La revelación de ayer martes en la prensa de Estados Unidos sobre las presuntas vinculaciones entre Andrés Manuel López Obrador y el narcotráfico implica un terremoto para la relación bilateral.


El presidente cree que esta primicia es una represalia por las críticas que el lunes realizó a los dichos de Joe Biden del pasado fin de semana cuando el demócrata se manifestó a favor de cerrar la frontera en los casos en que los flujos migratorios se descontrolen. Cada día llegan unos 7000 migrantes a la frontera con Estados Unidos.

López Obrador criticó esas declaraciones, cuestionó el gasto militar de los demócratas, pero eludió mencionar lo más complicado de un cierre fronterizo: la economía mexicana perdería millones de dólares diarios en un año electoral. Algo que el tabasqueño no puede aceptar.


Por cierto: el vínculo con la prensa se vuelve un tema cada vez más problemático para el oficialismo porque a las revelaciones sobre los negocios de la familia presidencial, ahora llegan golpe de alta intensidad desde el exterior.

En la Secretaría de Gobernación está fuerte el rumor de que la filtración de datos de periodistas, por la que Luis María Alcalde debió responder el pasado lunes, fue algo intencional y como una llamada de atención al periodismo. El responsable de estrategia digital de, Emiliano Calderón, es amigo de Andrés López Beltrán.

La primicia sobre la supuesta investigación de la DEA al entorno de López Obrador en la campaña del 2006 alimenta otras teorías conspirativas en Palacio Nacional, como esa que viene a decir que detrás de lo publicado están los abogados de Genaro García Luna, cuyo juicio condenatorio podría dar un giro en el próximo verano. Cerca del presidente siempre mencionan la posibilidad de que el exsecretario de Seguridad alcance algún tipo de acuerdo en el país vecino.

En paralelo a estas tribulaciones, los congresistas aliados a Donald Trump en la Cámara de Representantes están cerca de tumbar cualquier tipo de acuerdo migratorio. Entendible: los republicanos no van a validar una solución a un drama que le puede costar la reelección a Biden.

Trump, que si no sufre algún revés judicial de envergadura va a ser candidato presidencial, además tiene un lugar común con López Obrador: ninguno de los dos está a favor de un cierre fronterizo y ambos creen que con las normas existentes alcanza para garantizar la seguridad fronteriza.

Así las cosas, Trump se vuelve a convertir en un aliado potencial en un año determinante. De ahí que Marcelo Ebrard también comienza a ganar peso en la agenda exterior de Claudia Sheinbaum. El excanciller, con suma cautela, se asoma como un vehículo más eficaz que la canciller Alicia Bárcena que promueve al Grupo de Puebla y a quien el partido republicano ya le tumbó una nominación para el BID.

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