(Video)En el paraíso mexicano, Cancún en llamas: La Palapita arde mientras las autoridades duermen
Por Redacción
Cancún, Q. Roo, 22 de junio de 2025 — A las 4:15 de la madrugada, el restaurante La Palapita, ubicado en el fraccionamiento Cielo Nuevo sobre el Arco Norte, fue consumido por las llamas tras un ataque perpetrado por sujetos a bordo de una motocicleta. Según testigos, los agresores arrojaron bombas molotov contra la estructura de huano y madera, provocando un incendio que movilizó a vecinos y cuerpos de emergencia.
El siniestro, que no dejó personas lesionadas debido a que el local se encontraba cerrado, generó alarma entre más de 20 familias de la zona, quienes intentaron contener el fuego con cubetas de agua antes de la llegada de los bomberos. Las pérdidas materiales fueron totales.
Las primeras versiones apuntan a un posible caso de extorsión por el llamado “derecho de piso”, una práctica cada vez más común en la región. Este ataque se suma a una serie de incidentes similares que han encendido las alertas sobre la creciente presencia del crimen organizado en zonas turísticas de Quintana Roo.
Mientras tanto, la gobernadora Mara Lezama asegura que su administración trabaja “24/7” para recuperar la paz, destacando cifras de detenciones y operativos como prueba de su compromiso. Sin embargo, reportes independientes y denuncias ciudadanas señalan que la violencia y la impunidad siguen siendo moneda corriente en Cancún y sus alrededores.
En el Cancún de hoy, donde el sol brilla, las playas deslumbran y los restaurantes arden, la narrativa oficial parece escrita por guionistas de fantasía. Mientras La Palapita se convertía en antorcha urbana, la gobernadora Mara Lezama y el fiscal Raciel López probablemente afinaban su playlist de “todo está bien” en su mundo de caramelo institucional.
Porque claro, en este paraíso tropical, las extorsiones ya no existen —solo incendios espontáneos provocados por motociclistas pirotécnicos con vocación artística. Y si alguien duda de la eficacia del blindaje de seguridad, basta con mirar las cenizas: son la nueva señal de progreso.
Pero no hay de qué preocuparse. El turismo sigue llegando, las selfies siguen fluyendo y los discursos siguen brillando… como las llamas de La Palapita.