El transporte público en Chihuahua ha sido, por años, un tema de debate, necesidad y, muchas veces, frustración para los ciudadanos. Ahora, con el anuncio de un refuerzo en el sistema del BRT2 y la posible incorporación de 13 nuevas rutas, el panorama parece prometedor, pero no exento de desafíos.

El secretario de Gobierno, Santiago de la Peña Grajeda, adelantó que se está trabajando en la parte técnica para la adquisición de nuevas unidades, lo que sin duda es una buena noticia para la movilidad en la capital. Sin embargo, cualquier proyecto de esta magnitud debe ser más que una simple expansión de rutas; requiere un análisis profundo de seguridad, eficiencia, sustentabilidad y viabilidad económica.

No podemos ignorar que el BRT enfrenta un reto mayúsculo en Ciudad Juárez, donde las malas decisiones de la administración pasada complicaron su regularización. Esto nos deja una lección clara: no basta con crecer el sistema, es crucial hacerlo bien.

Por ahora, se ha confirmado el despliegue de 40 camiones troncales, priorizando el servicio a estudiantes, y se estudia la posibilidad de extender las rutas hasta el Periférico de la Juventud. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿este esfuerzo será suficiente para transformar realmente el transporte en Chihuahua?

Más rutas pueden ser un avance, sí, pero sin una estrategia integral que considere la calidad del servicio, la modernización de unidades y una correcta regulación, el problema de movilidad seguirá siendo un obstáculo para la ciudad.