Pese a su abrumadora eficacia goleadora, Erling Haaland sigue arrastrando una inexplicable sequía en los momentos más decisivos con el Manchester City. La reciente derrota por 1-0 ante Crystal Palace en la final de la FA Cup no solo significó un golpe inesperado para el equipo de Pep Guardiola, sino que también prolongó la racha negativa del delantero noruego en las finales.

Con 120 goles en tres temporadas —84 en Premier League, 9 en FA Cup, 1 en Carabao Cup y 26 en Champions League— el atacante ha sido una máquina imparable durante la temporada regular. No obstante, cuando llega el momento crucial, su influencia desaparece. Desde su arribo al club inglés, Haaland ha disputado ocho finales (3 Community Shield, 3 FA Cup, 1 Champions League y 1 Supercopa de la UEFA) y en ninguna de ellas ha logrado marcar.

El último capítulo de esta curiosa maldición se escribió en Wembley. Con un penal a favor en el segundo tiempo, muchos esperaban que el noruego rompiera el maleficio. Sin embargo, optó por ceder la responsabilidad a Omar Marmoush, quien falló el disparo. Esa decisión reavivó las dudas sobre su peso real en los momentos clave, a pesar de ser una de las principales estrellas del fútbol mundial.

La situación contrasta con su paso por el Borussia Dortmund, donde sí logró marcar en tres finales, demostrando que el problema parece estar vinculado específicamente a su etapa en Manchester. Ahora, para buscar redención, deberá esperar hasta el Mundial de Clubes, que comienza el 14 de junio, y donde tendrá una nueva oportunidad para romper el hechizo.

Aunque sus números siguen siendo impresionantes, el vacío en las definiciones plantea un desafío que va más allá de las estadísticas. Para un goleador de su talla, brillar en las finales no es un lujo, sino una obligación. Y por ahora, esa deuda aún está pendiente.