El Club América navega por una tormenta de incertidumbre en el Clausura 2025, arrastrando una racha de cinco partidos sin ganar y apenas un gol anotado. Pese a ello, el escudo del tricampeonato vigente sigue blindando a las Águilas de los señalamientos de “crisis” o “declive”. Sin embargo, el entorno se tensa y las apuestas se dividen: ¿rumbo al tetra, a una treta o simplemente a un teatro?

El técnico André Jardine encabeza un equipo que parece más un hospital de campaña que una plantilla competitiva. Las recientes lesiones de Diego Valdés y Brian Rodríguez, ambos con desgarres musculares, se suman a la ya larga lista de ausencias: Henry Martín, Rodrigo Aguirre, Dagoberto Espinoza y Alan Cervantes. En ataque, Jardine ha improvisado con piezas como Víctor Dávila, mientras que los jóvenes Esteban Lozano y Patricio Salas han desaparecido del mapa, dejando interrogantes sobre su verdadero potencial.

A pesar de las adversidades, Jardine no pierde el temple. “Ya pasamos por peores momentos que este y fuimos campeones”, dijo tras la derrota contra Monterrey, en una declaración que busca calmar al americanismo y desestabilizar al antiamericanismo.

El calendario tampoco ayuda. Aunque el América tiene garantizado su lugar en la Liguilla directa gracias a su diferencia de goles (+19), deberá enfrentar a Mazatlán sin varios titulares. Y tras la eliminación en Concachampions a manos de Cruz Azul, solo queda una meta: el anhelado Tetracampeonato. Para ello, Jardine contempla decisiones “importantes”, quizá drásticas, ante un entorno competitivo que no da tregua.

Además, el técnico brasileño enfrenta un dilema: dos de sus figuras más constantes, Álvaro Fidalgo y Alejandro Zendejas, requieren descanso. Si alguno cae lesionado, las posibilidades del América podrían venirse abajo. La mirada también se dirige al boleto internacional aún en juego frente al LAFC, en los duelos previos al próximo Mundial de Clubes.

Entre planes tácticos, improvisaciones y jóvenes olvidados, América vive un momento decisivo. Cruz Azul y Toluca acechan, mientras Necaxa y Pachuca podrían alterar el guión. Lo que viene podría definir si Jardine orquesta un nuevo campeonato, si cae víctima de sus propias tretas, o si el torneo se convierte en una trágica representación.

Jardine lo sabe: ya no hay margen para errores.