Al igual que sucede en México.
Por: Yoboli Menchaca.
De cara a los últimos dos años del gobierno de Joe Biden, la elección de medio término en Estados Unidos pueden marcar un fuerte declive y rediseñar el mapa político con miras a las elecciones presidenciales de 2024. Algo así cómo la transformación de la democracia a una infocracia en ese sentido, la mira está puesto en la composición del Congreso, pero también en las gobernaciones y los liderazgos que allí surjan, sobre todo en el Partido Republicano.
Donald Trump es otro jugador de peso en este proceso, buscará consolidar su hegemonía para lanzar su candidatura presidencial e intentar retornar al poder tras perder contra Biden en el 2020.
Obama sale al rescate en Pensilvania para que los demócratas no pierdan el Senado.
En la entrevista de la política online en el dialogó con Valeria Carbone, doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente de la cátedra de Historia de Estados Unidos, quien planteó que: «de los resultados de este martes 8/11/22, dependerá si Biden podrá imponer una agenda legislativa los últimos dos años de mandato o no. Eso igual es relativo, porque es impresionante la cantidad de leyes aprobadas por Biden aún teniendo una mayoría relativa en la Cámara de Representantes y un voto más en el Senado» aclaró.
Para Carbone «no se trata solo de lograr las mayorías sino también de que los legisladores Demócratas se alineen a la agenda del gobierno los próximos dos años. Ha pasado de tratarse leyes que no fueron atacadas por los Republicanos sino por los mismos senadores Demócratas. No solo se juega la mayoría, sino el tipo de legisladores que estarán los últimos dos años» agregó Carbone.
«Se juega la confianza del sistema de representación y electoral norteamericano, altamente vapuleado hace 6 años».
Por otro lado, el director del Observatorio Político John Fitzgerald Kennedy, Joaquin Harguindey, dijo que; «el Presidente y el partido Demócrata en general corren el riesgo de ver eliminada su ya limitada capacidad legislativa, perdiendo cualquiera de las dos cámaras. Las chances de cooperación con el partido Republicano son nulas por fuera de ciertos aspectos de la política exterior y asuntos domésticos sin relevancia nacional, por lo que una victoria Republicana paralizaría al gobierno de Biden al menos por sus siguientes dos años. En todos los aspectos sustanciosos de la plataforma Demócrata que aún no fueron llevados a cabo, además de muy probablemente volver a una saga de shutdowns periódicos que erosionarían la percepción pública de la funcionalidad del ejecutivo y del partido de gobierno (lo cual es el motivo por el que ocurren los shutdowns generalmente)».
Asimismo, Harguindey plantea que; «de perder el Senado la administración, perdería la capacidad de nombrar jueces acordes a su preferencia ideológica en todos los niveles desde la Corte Suprema hasta abajo y quedaría abierta la posibilidad de uno o más juicios políticos, sea por motivos frívolos o reales».
«En cuanto a las elecciones estatales, dependiendo del comportamiento del partido Republicano en 2024, Biden podría estar arriesgando las chances de continuar teniendo elecciones transparentes y genuinas ante un partido Republicano desinteresado en seguir las reglas de juego democráticas» advierte.
Carbone afirma que: «los Demócratas, buscan correr el eje económico con el tema de los derechos reproductivos ante la intención de Republicanos de barrer con reformas que tienen 50 años, como Medicare, y los posibles recortes en la Seguridad Social».
Carbone, pone énfasis en el sistema electoral y detalla que: «después del censo del 2020 empezaron los procesos de redistritación electoral, la nueva reconfiguración de los distritos electorales que llevaron a EEUU a la manipulación para beneficiar a los partidos que están en el poder. Hay que ver cómo afecta la diferencia entre el voto popular y la representación del producto. Hay que tener en cuenta la dimensión de las leyes electorales que se aprobaron en estos últimos 4 a 6 años, que fueron modificando las condiciones por las cuales la gente puede votar y afecta a los 50 Estados» añadió.
Sobre los Estados más importantes, la especialista afirmó «hay que mirar Georgia (por lo que pasó en 2020 y la presión de Trump al gobernador republicano Brian Kemp), Nueva York que las encuestas dan una posible victoria republicana después de décadas, Florida, Texas, California y Ohio, donde hubo mucha redistritación y se está viendo como puede impactar».
El director del Observatorio Político John Fitzgerald Kennedy destaca que los territorios en disputa clave serán «Georgia, Pennsylvania, Nevada y Arizona, en ese orden. En cuanto a Georgia me inclino por una segunda ronda de votación al igual que en 2020. Los cuatro Estados tienen elecciones al Senado y también elecciones estatales de Gobernador y Secretario de Estado, por lo que son claves tanto en cuanto al control de la cámara alta como en el potencial para manipulación electoral Republicana en 2024» puntualizó.
Por último, Valeria Carbone considera lo siguiente; «hay muchas chances de que Trump vuelva a ser candidato en 2024, desde su círculo intimo se instaló la idea que podría hacer un anuncio el 14 de noviembre. En este momento, el político que se posiciona para enfrentarlo, es el gobernador de Florida Ron De Santis. Por lo que Trump salió a demonizarlo. De Santis fue el gobernador más alineado a la retórica de Trump, hay que ver si se impone la retórica o el personaje, si se diluye o no».
Trump es el jugador predominante dentro del Partido Republicano y no tiene rivales de peso a nivel presidencial ahora mismo.
Joaquin Hargindey concluyó «Trump es el jugador predominante dentro del Partido Republicano y no tiene rivales de peso a nivel presidencial ahora mismo. Puede competir él, permitiendo estados de salud y legal. Partiendo así como un claro favorito o ungir un candidato como propio y probablemente posicionarlo a la delantera».
«Una gran señal de ello, es el comportamiento del resto del partido. Su apoyo en primarias Republicanas legislativas o estatales no es una garantía de triunfo pero es generalmente la mejor carta para jugar como contendiente Republicano y consecuentemente es muy codiciada. En ciertos contextos el partido Republicano local prevalece, sea por tener un candidato menos Trumpista con mucho reconocimiento público o suficientes votantes Demócratas dispuestos a votarlo en la primaria aún si no lo hacen en la general, pero son la minoría. Un caso especial y aparte son las competencias en las que Trump no apoya oficialmente a nadie, pero uno o varios candidatos exageran/falsifican un apoyo por su utilidad» culminó.