A inicios de año los pronósticos más optimistas apuntaban a un crecimiento de 1%, pero la resiliencia del mercado interno se impuso en 2023. El reto de mantener el dinamismo.

 Fue un año lleno de sorpresas sobre la economía mexicana. Hace un año el país se recuperaba a marchas forzadas del Covid y el temor de una recesión en Estados Unidos tomaba fuerza en el mercado, el pronóstico de 3% de Ramírez de la O resultaba impensable.


Pero la resiliencia del mercado interno impuso otra narrativa. El crecimiento sostenido durante los tres primeros trimestres del año el Producto Interno Bruto (PIB) consolidó un crecimiento de 3.4% y las buenas noticias se extendieron a noviembre.

Así, y sin grandes exabruptos para el último tramo del año se prevé que la economía alcance un crecimiento de 3.5% en todo el 2023, el doble de las expectativas a inicios de año, incluso por arriba de lo que estimó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Si recordamos las encuestas que realizan Banxico o Citibanamex, hacia febrero el consenso perfilaba un crecimiento para el cierre de este año de apenas 1%. Detrás del pesimismo prevalecía la expectativa de que la economía de Estados Unidos caería en una recesión ante las altas tasas de interés. No solo ese escenario no se cumplió, sino que el dinamismo de la demanda interna sorprendió positivamente.

El consumo interno estuvo motivado por las ayudas sociales, los aumentos salariales, un mercado laboral creciente, así como las cifras récord en ingresos por remesas, coinciden expertos.

En sintonía con estos mejores datos estuvieron las sorpresas en el tipo de cambio y en la inversión. Hacia el inicio del año el consenso estimaba un peso cercano a las 20 unidades por dólar, la realidad fue que se ubicó en las 16 unidades, con una apreciación de la divisa mexicana de 13.11% frente al 2022.

Para Rodolfo Ostolaza, analista de Citibanamex, el superpeso explica parte de la demanda interna, pero sobre todo la otra sorpresa para los economistas: el crecimiento en la inversión, que se perfila a tener su mejor año con un crecimiento cercano al 20%, tanto por parte pública como privada.

En Estados Unidos también ha sorprendido la resiliencia de la economía, por lo que se esfumó poco a poco la sospecha de una recesión. Además, México ha tomado ventaja de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, consolidándose como principal socio comercial de éste último y afianzó la narrativa del nearshoring como una clave para el crecimiento en los siguientes años.

La inversión extranjera también se perfila a alcanzar cifras récord. Hasta noviembre la Secretaría de Economía registró 363 anuncios de inversión y prevé una inyección de hasta 106.418 millones de dólares

En Palacio Nacional el optimismo está instalado: apuestan  a que el 2024 repetirá el crecimiento de 3%, pero al igual que hace un año, el mercado considera que esta proyección es optimista y tras una serie de revisiones al alza en el último tramo del 2023, prevén en su escenario más optimista un crecimiento de 2.5%.

Esa falta de sintonía refleja que si bien ya no está presente el temor de una recesión, se estima que la economía ya no pueda esquivar los efectos de las altas tasas de interés, sobre todo en Estados Unidos y en México comenzará a perder fuerza la inversión. Pero también, el gobierno tiene proyecciones más optimistas sobre los impactos en el corto plazo del nearshoring.

El factor político  también será clave. México y Estados Unidos enfrentarán elecciones presidenciales. A nivel local, las encuestas reflejan una gran ventaja para la candidata de Morena Claudia Sheinbaum, aunque los expertos advierten que aún hay tiempo para giros. En cuanto al país vecino la incertidumbre es mayor, pues actualmente las preferencias entre Donald Trump y Joe Biden están muy cerradas. Es sobre todo el resultado de ese país el que podría generar volatilidad. 

En cuanto a las tasas de interés, tanto en México como en Estados Unidos los bancos centrales advierten que es necesario mantener una postura restrictiva, aunque en el país vecino el mercado escucha menos a la Fed y anticipa que pueda haber un primer recorte en el primer trimestre del año. En ambos casos será clave la inflación, que se prevé cierre cerca del 4% el 2024.

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