Reportero de Policíaca

La preocupación de tener a un ser querido internado en Urgencias del Hospital Morelos del Seguro Social se ve agravada por las desgarradoras condiciones en las que varias personas pasan la noche. Afuera de la institución, la cama es el suelo y el tiempo parece desvanecerse en una realidad donde la espera se vuelve interminable.

La ocupación de las aceras cercanas al hospital se ha convertido en una tradición forzada para aquellos que, provenientes de fuera de la ciudad, no cuentan con los recursos para pagar un hotel o una estancia. Incluso para los capitalinos que, ansiosos por noticias de sus seres queridos, encuentran difícil abandonar el lugar y descansar en casa.

Estos espacios improvisados se transforman en áreas de refugio temporal donde las personas cubren sus necesidades básicas de descanso, alimentación y, en la medida de lo posible, aseo. Comparten no solo los malos olores, sino también el buen humor, ya que es esencial mantenerse animados entre ellos para hacer más llevadera la espera.

Es complicado estimar la cantidad de personas que pernoctan en la zona, prácticamente familiares que esperan noticias sobre los miembros internados en el hospital. Un recorrido aleatorio en la madrugada de este jueves permitió observar a aproximadamente 30 personas durmiendo alrededor del hospital.

Las escenas son diversas, pero la constante es que estas personas están experimentando lo opuesto a una estancia en un hotel de cinco estrellas. Ya sea en las banquetas del edificio, cruzando la calle, o afuera de los locales diurnos que son restaurantes, la mayoría pasa la noche como sus condiciones lo permiten.

Algunos roncan, otros se resguardan entre cobijas, algunos más se acurrucan para combatir el frío de las madrugadas de noviembre, mientras otros observan con ojos cansados, conscientes de que no es necesario esperar al Viernes Santo para cargar con una cruz y vivir un viacrucis.

Ejemplo de esto es Estela, quien vela por un hermano enfermo de insuficiencia renal. Reflexiona sobre la tristeza de no descansar y la dualidad de estar pendiente de lo que sucede dentro del hospital y enfrentar el frío. «¡Qué bueno que no me tocó aquella helada!», exclama, haciendo referencia a la fría experiencia de febrero de 2011. «¡Pobre gente!».

Manténgase atento para conocer el desenlace de la difícil situación de aquellos que, en ocasiones, sufren más que los propios pacientes, durmiendo a la intemperie afuera de Urgencias del Hospital Morelos del IMSS en Chihuahua.

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