Jacobo Ramón resucita al Real Madrid y retrasa la fiesta del Barcelona
En un Santiago Bernabéu semivacío y desmotivado, el Real Madrid logró una remontada agónica por 2-1 ante el Mallorca, postergando la celebración del título de LaLiga por parte del Barcelona. El partido, marcado por la escasez de efectivos del conjunto blanco, tuvo como inesperado héroe al canterano Jacobo Ramón, quien selló el triunfo en el minuto 95, cuando todo parecía sentenciado.
Con solo diez jugadores disponibles de la primera plantilla, Carlo Ancelotti —en su penúltimo encuentro como técnico merengue en casa— alineó a un equipo improvisado, frío y desconectado en el inicio. El Mallorca aprovechó la falta de intensidad y se adelantó temprano, con un tanto del defensa Martin Valjent al minuto 11, tras una jugada caótica en el área.
Pese al gol en contra, el Madrid generó oportunidades de sobra para igualar antes del descanso, pero se topó con un inmenso Leo Román, quien firmó 13 atajadas, repitiendo la actuación estelar que tuvo ante el Barça en la jornada anterior. Las intervenciones del portero balear frustraron los intentos de Endrick, Bellingham, Modric, Mbappé y Valverde, sosteniendo a los suyos hasta el final.
La reacción blanca llegó en la segunda mitad, cuando Kylian Mbappé, máximo goleador del equipo, firmó el empate con una jugada individual al minuto 68. El Mallorca respondió con un contragolpe inmediato, pero Courtois salvó el 1-2 en un mano a mano con Mateu Morey, manteniendo vivas las esperanzas locales.
El asedio blanco fue total en los minutos finales, con 38 remates y 26 córneres a favor. En el último de ellos, apareció Jesús Vallejo, quien peinó el balón que acabaría en los pies de Jacobo Ramón. El canterano se lanzó con decisión para marcar el gol del triunfo, quebrando la resistencia heroica de un Mallorca que ya acariciaba un punto vital para sus aspiraciones europeas.
Con este resultado, el Real Madrid retrasa el alirón del Barcelona, que aún puede coronarse campeón este jueves si derrota al Espanyol. Mientras tanto, Jacobo Ramón, en su primera gran noche, regaló al madridismo un suspiro de orgullo en una temporada que parecía perdida.